
10 señales de que estás creciendo espiritualmente (y qué hacer a continuación)
Matthew BellCompartir
El crecimiento espiritual no siempre es espectacular ni ostentoso. A menudo, es silencioso y constante, como raíces que crecen profundamente bajo la superficie. Puede que no siempre lo sientas, pero si te acercas a Dios, cambias tus hábitos y desarrollas un carácter cristiano, es probable que estés creciendo espiritualmente .
Ya seas un nuevo creyente o lleves años con Jesús, la madurez espiritual es un camino continuo. Entonces, ¿cómo puedes saber si estás creciendo? Y una vez que reconoces ese crecimiento, ¿qué debes hacer?
Analicemos 10 señales de que estás creciendo espiritualmente y exploremos cómo seguir avanzando.
1. Deseas más profundamente la Palabra de Dios
“Como niños recién nacidos, desead la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis.” – 1 Pedro 2:2 (RVR1960)
Si tienes cada vez más hambre de las Escrituras —deseas leerlas, comprenderlas y aplicarlas—, estás creciendo. La Palabra de Dios es alimento espiritual, y un creyente que crece anhela ser nutrido a diario.
Qué hacer a continuación: Comienza un plan de lectura bíblica constante. Ora antes de leer, pidiéndole al Espíritu Santo que te enseñe y te guíe.
2. Eres más consciente del pecado en tu vida
El crecimiento espiritual a menudo viene acompañado de una mayor conciencia del pecado, no porque uno esté empeorando, sino porque uno se está acercando a un Dios santo.
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos.” – Salmo 139:23 (RVR1960)
Cuanto más maduro espiritualmente seas, más notarás las áreas que necesitan el trabajo refinador de Dios.
Qué hacer a continuación: Confiesa tus pecados rápidamente y permite que Dios te purifique. Rodéate de personas que fomenten la responsabilidad según Dios.
3. Estás desarrollando una vida de oración más fuerte
La oración pasa de ser una tarea religiosa a una conversación diaria con tu Padre.
“Orad sin cesar.” – 1 Tesalonicenses 5:17 (RVR1960)
Empiezas a orar con más frecuencia, con más sinceridad y con mayor confianza. Entiendes que orar no se trata solo de pedir cosas, sino de establecer una relación.
Qué hacer a continuación: Reserve un tiempo para la oración, aunque sea breve. Considere llevar un diario de oración para registrar las oraciones contestadas y las reflexiones espirituales.
4. Obedeces a Dios incluso cuando es difícil
A medida que crecemos, la obediencia se vuelve menos una cuestión de conveniencia y más una cuestión de amor.
“Si me amáis, guardad mis mandamientos.” – Juan 14:15 (RVR1960)
Empiezas a obedecer por el deseo de agradar a Dios, no por culpa ni miedo. Confías en que sus caminos son los mejores, incluso cuando no los comprendes del todo.
Qué hacer a continuación: Reflexiona sobre las áreas donde la obediencia aún es difícil. Pide al Espíritu Santo la fuerza para vivir fielmente.
5. Estás menos controlado por las emociones
El crecimiento espiritual trae estabilidad. Puede que aún sientas miedo, ira o decepción, pero ya no influyen en tus decisiones.
“Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu que el que toma una ciudad.” – Proverbios 16:32 (RVR1960)
El autocontrol, un fruto del Espíritu, crece a medida que nos entregamos a Dios.
Qué hacer a continuación: Cuando las emociones se apoderen de ti, haz una pausa y ora. Pídele a Dios que te ayude a responder con sabiduría y gracia.
6. Amas a los demás más profundamente
“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos con los otros.” – Juan 13:35 (RVR1960)
Empiezas a amar a las personas difíciles, a perdonar a quienes te hieren y a servir sin buscar reconocimiento. La madurez espiritual se manifiesta en el amor.
Qué hacer a continuación: Busque formas prácticas de amar a sus vecinos, amigos, compañeros de trabajo e incluso enemigos.
7. Estás más preocupado por las cosas eternas
A medida que creces espiritualmente, empiezas a ver la vida a través de una lente eterna. Las posesiones materiales, la popularidad y los placeres temporales pierden su influencia.
“Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.” – Colosenses 3:2 (RVR1960)
Empiezas a pensar más en el reino de Dios que en tu propia comodidad.
Qué hacer a continuación: Evalúe sus prioridades. Invierta tiempo, recursos y energía en cosas con impacto eterno, como la oración, el discipulado y la evangelización.
8. Afrontas las pruebas con mayor fe
Los problemas siguen surgiendo, pero en lugar de entrar en pánico o darse por vencido, usted se apoya en Dios.
Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. – Santiago 1:2-3 (RVR1960)
El crecimiento espiritual no significa una vida sin problemas; significa una vida que ve los problemas a través de los ojos de la fe.
Qué hacer a continuación: Ante una prueba, pregúntale a Dios qué quiere enseñarte. Confía en su tiempo y propósito.
9. Experimentas más del fruto del Espíritu
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza…” – Gálatas 5:22-23 (RVR1960)
Estos rasgos son evidencia de madurez espiritual, no fabricada con esfuerzo, sino producida por el Espíritu de Dios en una vida entregada.
Qué hacer a continuación: Mantente conectado con Jesús a diario (Juan 15). Cuanto más tiempo pases con Él, más fruto darás.
10. Tienes el deseo de ayudar a otros a crecer
El crecimiento espiritual no se trata solo de ti. A medida que maduras, naturalmente deseas discipular a otros, alentar su fe y compartir el Evangelio.
“Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones…” – Mateo 28:19 (RVR1960)
Tu corazón se expande para preocuparse por el bienestar espiritual de los demás.
Qué hacer a continuación: Pregúntale a Dios a quién puedes guiar, discipular o animar. Da un paso de fe para marcar la diferencia en el camino espiritual de alguien.
Reflexión final: El crecimiento es un viaje
El crecimiento espiritual no es un destino, sino un viaje que dura toda la vida para asemejarnos más a Jesús. Algunas etapas serán lentas, y otras estarán llenas de progreso visible. Pero mientras te acerques a Dios, te humilles y busques su voluntad, seguirás avanzando.
“Estando persuadido de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.” – Filipenses 1:6 (RVR1960)
Anímate. Si ves estas señales en tu vida, no estás estancado, sino creciendo. Y Dios es fiel para completar la obra que comenzó en ti.
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