Can Christians Continue to Sin?

Si Jesús murió por nuestros pecados, ¿podemos seguir pecando?

Matthew Bell

En Romanos 6:1-2, el apóstol Pablo aborda una pregunta poderosa que muchos creyentes han meditado: “¿Qué, pues, diremos? ¿Continuaremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” Este pasaje profundiza en la transformación que ocurre en la vida de un creyente una vez que acepta el regalo de la salvación de Cristo. Exploremos lo que estos versículos significan para los cristianos de hoy y cómo nos desafían a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios.

La tentación de abusar de la gracia

Romanos 6:1 comienza con una pregunta que podría surgir en la mente de algunos después de escuchar acerca de la increíble gracia de Dios. Pablo anticipa que algunos podrían preguntarse: “Si la gracia de Dios cubre todos nuestros pecados, ¿significa eso que podemos seguir pecando para que la gracia abunde?”. Sin embargo, esta línea de pensamiento se basa en una interpretación errónea del evangelio.

En realidad, la gracia de Dios no es un pase libre para continuar en el pecado. La gracia que Cristo ofrece no tiene como fin ser una excusa para la desobediencia, sino un llamado a la transformación. Si bien el perdón de Dios está disponible para todos los que se arrepienten, no es una licencia para continuar viviendo en pecado. Como Pablo afirma claramente en Romanos 6:2, “¡De ninguna manera!” , lo que significa que, como cristianos, nunca debemos aprovecharnos de la gracia para caer en el pecado.

Morir al pecado: una transformación radical

Pablo enfatiza en el versículo 2 que quienes han sido salvos por la fe en Jesucristo han “muerto al pecado”. ¿Qué significa morir al pecado? Significa que nuestra vieja naturaleza, caracterizada por el amor al pecado y la rebelión contra Dios, ha sido crucificada con Cristo. Romanos 6:6 explica más: “Nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo gobernado por el pecado fuera destruido, a fin de que ya no sirviéramos más al pecado”.

Como creyentes, ya no estamos atados al poder del pecado. Hemos sido liberados de su control mediante la muerte y resurrección de Jesús. Esta libertad nos llama a vivir de manera diferente. Aunque todavía podamos enfrentar la tentación, el pecado ya no tiene dominio sobre nosotros. Por la gracia de Dios, tenemos el poder de resistir el pecado y elegir la rectitud.

Vivir la nueva vida

Habiendo muerto al pecado, estamos llamados a vivir una nueva vida, una que refleje nuestra relación con Cristo. En Romanos 6:4, Pablo continúa explicando que, así como Cristo resucitó de entre los muertos, también nosotros resucitamos para andar en novedad de vida. Esto significa que nuestro comportamiento debe cambiar. Estamos llamados a vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios, fortalecidos por el Espíritu Santo.

Esta transformación no se trata solo de evitar el pecado, sino de buscar activamente la justicia. El apóstol Pablo escribe en Romanos 6:13: “No ofrezcan nada de ustedes mismos al pecado como instrumento de iniquidad, sino ofrézcanse más bien a Dios como quienes han vuelto de entre los muertos a la vida”.

La importancia del compromiso diario

El desafío para los creyentes es vivir esta nueva vida diariamente. Requiere una decisión consciente de rechazar el pecado y elegir la obediencia a la voluntad de Dios. Esto no siempre es fácil, pero es posible mediante el poder del Espíritu Santo. Como cristianos, no estamos abandonados a nuestra suerte, sino que Dios nos capacita para vivir conforme a su voluntad.

Debemos entregar activamente nuestros deseos a Dios, eligiendo diariamente someternos a sus planes y propósitos. Este acto de obediencia conduce al crecimiento espiritual y a la liberación de la influencia del pecado.

Gracia y responsabilidad

Romanos 6:1-2 nos enseña que la gracia no es una razón para seguir viviendo en pecado, sino una razón para vivir de manera diferente. La gracia que hemos recibido nos llama a vivir de una manera que honre a Dios. Ya no somos esclavos del pecado, sino que ahora somos siervos de la justicia (Romanos 6:18). Esto significa que nuestras vidas deben reflejar la santidad, la pureza y el amor de Dios.

Conclusión: Vivir la verdad de Romanos 6:1-2

Romanos 6:1-2 nos desafía a aceptar la realidad plena de la transformación que viene con la salvación. Ya no estamos atados al pecado y no debemos usar la gracia como excusa para continuar en él. En cambio, estamos llamados a morir al pecado y vivir para Dios, andando en la nueva vida que Jesús ofrece.

Que este pasaje nos recuerde que la verdadera gracia conduce a una vida de santidad, y que el poder de la resurrección de Cristo está disponible para que hoy resistamos al pecado y vivamos para Su gloria. Si estás luchando con la tentación o el peso del pecado, recuerda que por medio de Cristo puedes vivir una vida victoriosa. Tu viejo yo ha muerto, y un yo nuevo y fortalecido ha resucitado para vivir para Él.

Regresar al blog

Deja un comentario

Ten en cuenta que los comentarios deben aprobarse antes de que se publiquen.