How to pray to The Virgin Mary

Por qué debes orar a Dios y no a los ángeles

Matthew Bell

En el mundo actual, algunas personas pueden preguntarse si es apropiado orar a los ángeles para pedirles su guía o intervención. Si bien los ángeles son seres espirituales importantes creados por Dios, la Biblia deja en claro que la oración debe dirigirse únicamente a Dios. A continuación, le explicamos por qué centrar sus oraciones únicamente en Dios es esencial para su camino de fe.


Sólo Dios es digno de adoración

A lo largo de las Escrituras, Dios enfatiza que solo Él es digno de adoración y oración. En Isaías 42:8, Dios dice: “Yo soy el Señor; ese es mi nombre. No cederé a otro mi gloria ni mi alabanza a los ídolos”.

Los ángeles, aunque santos, son seres creados que sirven a Dios. Adorarlos o rezarles resta gloria a Dios, que solo a Él le corresponde.


Los ángeles son mensajeros, no mediadores

En la Biblia, los ángeles suelen ser vistos como mensajeros que llevan a cabo la voluntad de Dios. Por ejemplo, el ángel Gabriel entregó mensajes a María y Zacarías (Lucas 1). Sin embargo, los ángeles no son mediadores entre la humanidad y Dios.

La Biblia declara que “hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5). Jesús es el único que puede salvar la brecha que nos separa de Dios, haciendo que nuestras oraciones sean escuchadas y eficaces.


Advertencias bíblicas contra la adoración a los ángeles

En Colosenses 2:18, Pablo advierte a los creyentes que no se dejen llevar por la adoración a los ángeles: “No permitan que nadie que se deleite en la falsa humildad y en el culto a los ángeles los descalifique”. Este versículo resalta que centrar nuestra atención en los ángeles en lugar de en Dios es espiritualmente dañino y nos aleja de la verdad.

De manera similar, en Apocalipsis 22:8-9, el apóstol Juan cae a los pies de un ángel para adorarlo, pero el ángel lo reprende diciendo: "¡No hagas eso! Yo soy consiervo tuyo, de tus compañeros profetas y de todos los que guardan las palabras de este rollo. ¡Adora a Dios!"


Dios desea una relación personal contigo

La oración es una forma íntima de conectarnos con Dios. A través de ella, construimos una relación personal con Él, compartimos nuestros sentimientos y buscamos Su voluntad. Los ángeles no están destinados a reemplazar esa relación.

Jesús nos enseñó a orar directamente a Dios, comenzando con “Padre nuestro que estás en los cielos” (Mateo 6:9). Esto indica que la oración es una conversación directa con nuestro Creador, quien nos conoce y nos ama profundamente.


Los ángeles nos señalan el camino hacia Dios

En cada caso en que aparecen ángeles en la Biblia, ellos señalan a la gente hacia Dios. Su función es glorificarlo y cumplir sus mandatos. Al orar a Dios, nos alineamos con su orden divino y reconocemos su soberanía sobre todas las cosas, incluidos los ángeles.


Confíe en la soberanía de Dios al enviar ayuda

Los ángeles suelen trabajar entre bastidores, llevando a cabo los planes de Dios. Hebreos 1:14 los describe como “espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que heredarán la salvación”. Sin embargo, es Dios quien los manda y los envía para que actúen en nuestro nombre.

Al orar a Dios, usted deposita su confianza en Su soberanía y sabiduría, sabiendo que Él enviará ayuda en la forma que Él elija, ya sea a través de ángeles, otros creyentes o intervención directa.


Conclusión

Si bien los ángeles son seres extraordinarios y desempeñan un papel esencial en el plan de Dios, no son el centro de nuestra fe. La Biblia nos enseña constantemente a dirigir nuestras oraciones a Dios, quien es nuestro Creador, Redentor y Sustentador.

Al orar únicamente a Dios, honramos su autoridad, profundizamos nuestra relación con Él y nos mantenemos alineados con su Palabra. Recuerde que los ángeles son siervos de Dios, no objetos de adoración ni de oración. Sigamos el ejemplo que nos dan las Escrituras y mantengamos nuestros ojos fijos en Dios, la verdadera fuente de todo poder y gracia.


Versículo clave para recordar:
“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes e inescrutables que tú no conoces.” — Jeremías 33:3

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